Invisible, el aire se desplaza,
como un velo sutil, acariciando la existencia,
tejiendo, en su inmensidad, un lienzo de sensaciones,
donde sus hilos son pensamientos, susurros y confesiones.
En la vastedad de su dominio,
cruza montañas y valles, desiertos y océanos,
elemento intangible, testigo de la vida,
impulsa al mundo en su danza perpetua.
No se puede ver, pero se siente,
en el cálido abrazo del viento,
en el frío mordisco del invierno,
en el despertar de la primavera y el ocaso del verano.
El aire, arquitecto silencioso,
moldeando el mundo con su toque invisible,
cual pinceladas de un pintor en un lienzo sin fin,
creando, transformando y dando vida a lo inerte.
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