Una tarde de lluvia incesante, el cielo lloraba lágrimas plateadas que besaban la tierra sedienta. Los charcos, espejos fugaces, reflejaban el alma del mundo en sus abrazos acuáticos. Y en ese instante, un paraguas solitario cobijaba dos corazones unidos en silencio, con miradas entrelazadas como los hilos de lluvia fundiéndose en el suelo.
El rumor del agua tejió notas de esperanza, mientras las gotas en sus mejillas se confundían con sus propias lágrimas. Mas al caer la noche, el paraguas susurró al viento su último adiós, y la lluvia, cómplice del destino, llevó consigo sus secretos, dejando en el aire la promesa de un amor eterno, nacido y despedido en un suspiro de agua.
Categoría: Microrrelatos