La luz del amanecer se filtraba suavemente a través de las ventanas de la fábrica, iluminando las hiladoras que giraban incansablemente. En el rincón más alejado, Isabella observaba con orgullo cómo las mujeres —jóvenes y ancianas— trabajaban en perfecta armonía. Las viejas máquinas chirriaban al compás de los susurros y risas que llenaban el aire, recordándole los días en que su madre le enseñó los secretos del telar. Cada puntada era una historia, cada tela, un testimonio del esfuerzo y la dedicación de generaciones enteras.
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Categoría: Microrrelatos