Te descubrí hablando solo en la negrura de la noche. Decías que hablabas con los grillos, que les recitabas poemas, aunque nunca fueron de amor. Y también decías que no contestaban, quizás porque los grillos no entienden de versos.
Grité a los cuatro y siete vientos que era locura; nadie habla con los grillos.
Hasta que los grillos cantaron.
Aquello no era locura. Nunca lo fue. Loca de mí por creer que sí.
Categoría: Microrrelatos