El pintor mezclaba los colores en su paleta con movimientos deliberados. Sus ojos, llenos de impaciencia, se centraban en un lienzo en blanco que le invitaba a vestir su desnudez; alrededor, el olor a óleo y trementina llenaba el aire. Mientras, la luz del atardecer entraba por la ventana, bañando aquel espacio con un velo cálido y tostado.
Categoría: Microrrelatos