Él le dió la espalda y se detuvo en mitad del camino, bajo una lluvia torrencial. Ella, empapada, levantó el rostro y dejó que las gotas borraran sus lágrimas; corrió hacia él y abrió su paraguas.
El viaje
Envejecido y lleno de cicatrices, el cayuco se acercaba lentamente a la costa, y en la penumbra del amanecer, la silueta de la tierra firme se dibujaba con una claridad dolorosa. Mientras, las miradas de aquellos viajeros anónimos arrojaban por la borda el peso de unas vidas rotas.
Púrpura
Sus dedos arrastraron las cenizas que habían caído sobre la mesa; aquellas manos borrachas apenas habían sido capaces de sujetar el último cigarrillo. Afuera, la lluvia golpeaba con fuerza la ventana, desdibujando el reflejo de su rostro en el cristal. Mientras, la botella vacía aún conservaba el olor avinagrado de un vino barato.